AJO, BAREYO
El municipio de Bareyo se sitúa, en la costa oriental de
Cantabria.
Tiene una extensión superficial de 32,4 Km2
La mayor parte de sus habitantes se concentra en la capital del municipio, Ajo,
donde se sitúa el punto más septentrional de Cantabria, el Cabo de Ajo
(Latitud: 43º, 50´ N). Al este de la capital se encuentra la localidad de
Bareyo, y más al sur, tras los picos de Moros (219 m.) y el Cerco (223 m.), el
valle y el pueblo de Güemes.
La calidad de este municipio destaca por los contrastes, por
la mezcla de ecosistemas de mar y montaña, de manera que el paisaje presenta
una gran riqueza al encontrar elementos como las playas de Antuerta y Cuberris
y las zonas acantiladas y la Ría de Ajo, declaradas Lugares de Interés
Comunitario y, además, en el caso de la Ría, Zona de Especial Protección para
las Aves, o las grandes plantaciones de eucalipto localizadas en las fuertes
pendientes. También tienen constituyen unidades ambientales de gran valor la
llanura prelitoral y la campiña.
En general podemos destacar del relieve la existencia de dos
valles, sobre el que se asienta el núcleo de Ajo por un lado y el Valle de
Güemes por otro, y las pendientes debido a los desniveles que salvan en pocos
metros, como en el caso del Alto de Ajo.
El clima es típicamente oceánico. La zona comprendida entre el
Cabo de Ajo y Punta Galea presenta, junto con la bahía de Santander, los
valores más bajos de precipitaciones de esta zona del litoral cantábrico (no
alcanzan los 1100 mm). Gracias a su singular enclave geográfico y a estar
rodeado por montañas, Bareyo disfruta de un clima benigno con temperaturas
suaves y oscilaciones térmicas pequeñas. La media de enero es de 7 a 15 grados,
y la de agosto de 19 a 28 grados
La estructura económica del municipio de Bareyo esta basada
fundamentalmente en el sector servicios cuya orientación principal es el sector
turístico. La falta de desarrollo de un sector industrial potente y la
progresiva reducción de las explotaciones ganaderas así lo confirman. El
turismo es, directa e indirectamente, no solo el sector dominante, sino el
responsable de la estructura productiva.
La evolución demográfica y socioeconómica del municipio en las
últimas décadas está caracterizada por un incremento constante de la población, actualmente 1133 y por una evolución económica dependiente fundamentalmente de factores
externos.
El bajo crecimiento vegetativo de los últimos años, aunque se
esta recuperando por el aumento de la natalidad, ha sido compensado por el
incremento de los procesos migratorios, que han mantenido el crecimiento
poblacional. Este proceso continuará en tanto se mantenga el crecimiento
económico vinculado a la expansión del negocio turístico, por lo que no cabe
esperar grandes cambios en las dinámicas demográficas actuales.
Bareyo, gracias a su ubicación costera, se ha consolidado como
un municipio claramente turístico, con una capacidad de acogida que puede
llegar hasta el triple de su población residente en época estival. Es el núcleo
de Ajo el que ha experimentado un mayor crecimiento demográfico. En él se
concentra el 78,25 % de los habitantes, y el que acoge, casi en su totalidad,
los servicios y establecimientos comerciales.
A la nueva creación y mejora de los alojamientos
tradicionales, ubicados fundamentalmente en el núcleo de Ajo y asociados a la
demanda de sol y playa, se ha sumado una nueva propuesta orientada hacia el
turismo rural, beneficiado por la alta calidad paisajístico-ambiental del
municipio. Este proceso comienza a ser significativo también en el resto de las
poblaciones municipales tradicionalmente más rurales (Güemes y Bareyo)
HISTORIA DE AJO
La primera cita sobre los Cántabros la encontramos en el
234-149 a. C. cuando el latino Marco Poncio Catón escribe sobre el nacimiento
del río Ebro en el país de los Cántabros.
Las primeras sociedades prehistóricas, de origen indoeuropeo o
céltico y mediterráneo, se agrupaban en clanes, que corresponderían a pequeños
territorios con sus pobladores, regidos por un jefe importante. Se ha hallado,
en las numerosas cuevas del territorio del municipio de Bareyo, abundante
material del paleolítico superior como talleres de silex, situados a lo largo
de la costa, puntas de flecha, raederas, raspadores, azagayas y enterramientos.
Otras grutas contienen grandes concheros (ostras, mejillones, caracoles, lapas
y percebes) del Periodo Mesolítico (10.000-8.000 a. C.).
En lo concerniente a la paleontología, en estas mismas cuevas
se localizan restos de rinocerontes lanudos (25.000-15.000 a.C.), lobos, osos,
jabalíes, bóvidos, ciervos, cabras, caballos, etc. También se cita la
existencia de un castro cántabro en Ajo.
El pueblo cántabro era esencialmente guerrero, amante de su
independencia y de sus tradiciones, sobrio y con un bajo nivel económico y
cultural. Su agricultura era rudimentaria y su ganadería precaria. Los hombres
participaban como mercenarios en frecuentes contiendas con otros pueblos
peninsulares y fuera de nuestras fronteras, lo que les proporcionaba suculentos
botines.
Vivían en pequeños poblados en la cima de las colinas, las
viviendas eran generalmente de planta circular; paredes de piedra y techos de
ramas sustentados por un poste central. Comían una sola comida al día, dormían
sobre jergones de paja y aunque parezca mentira, se lavaban los dientes con
orines viejos.
En cuanto a los orígenes del pueblo cántabro, cabe pensar en
la existencia al final de la Edad del Bronce, en el paso del milenio II al I
a.C., de un conglomerado de pueblos, con una cultura relativamente uniforme,
tal vez descendientes de los primitivos habitantes paleolíticos, pero con
numerosas infiltraciones y aportes culturales de otros pueblos: unos de origen
mediterráneo y otros de procedencia europea. La presencia del hombre está
atestiguada en las Edades de Bronce y Antigua, gracias a los enterramientos
encontrados en el llamado Barrio del Convento, en las proximidades de la ría de
Ajo.
Podemos suponer que el pueblo cántabro estaría formado por
celtas de tipo belga, otros celtas más antiguos y asentados ya en el territorio
y pre-celtas, antiguos habitantes.
El pueblo cántabro era un temible enemigo para cualquier
ejército, atacaba por sorpresa, hostigaba constantemente al enemigo, hacía
rápidas retiradas a bosques y montañas y evitaba enfrentamientos cara a cara,
eran veloces y valientes.
Durante la conquista de la península Ibérica por los romanos,
los cántabros y astures fueron los que pusieron una mayor resistencia,
originando en el año 29 a.C., la llamada "guerra cantábrica". Tras la
victoria de los ejércitos imperioles, comienza la etapa de la romanización,
implantar la lengua latina y toda la cultura greco-romana, el derecho y un
nuevo estilo de vida, transformando la vieja estructura política tribal en
instituciones municipales romanas.
A pesar de todo ello, solo una pequeña élite romanizada
convive con el resto de la población, que siguió fiel a sus costumbres, creencias
y organización social.
Tras la caída del Imperio Romano y ante las invasiones de
Vándalos y Suevos, los cántabros recuperan su libertad, perdida unos 500 años
antes, convirtiéndose en un pueblo guerrero y resistente ante el poder
procedente de cualquier lugar ajeno.
La pervivencia de los cultos paganos se mantiene hasta el
siglo VI, momento en el que el cristianismo comienza a penetrar en la región.
Tras la invasión peninsular de los musulmanes, se produjo un repliegue masivo
de la población hispano-visigoda, a través de la cordillera cantábrica, para
asentarse en los territorios comprendidos entre ella y el mar; arriban al
territorio un número suficiente de monjes, obispos y clero, que consiguen
establecer definitivamente el cristianismo en nuestra tierra.
A partir de la invasión árabe el año 711 comienza a abrirse
camino en la historia una jurisdicción administrativa llamada Trasmiera que
aparece ligada al Señorío de los Agüero.
Trasmiera, desde la lejana Edad Media hasta 1834 en que
desapareció como jurisdicción administrativa, era un territorio situado entre
las bahías de Santoña y Santander; compuesto por cinco Juntas llamadas de
Cudeyo, Ribamontán, Cesto, Voto y Siete Villas. A esta última pertenecían los
tres pueblos que forman el Ayuntamiento de Bareyo, los cuales junto con
Meruelo, Arnuero, Castillo, Isla, Soano y Noja componían la denominada Junta de
las Siete Villas.
Cada uno de los nueve pueblos mencionados estaba regido por su
Concejo. Los representantes de estos Concejos se reunían en Meruelo y formaban
el Ayuntamiento General de la Junta, presidido por un Alcalde Mayor. Los
representantes de las cinco mencionadas Juntas, reunidos en Hoz de Anero,
formaban el Ayuntamiento General de la Merindad, que regía el destino de todo
el territorio.
La primera referencia histórica escrita que tenemos de Ajo
(Asio), figura en "Liber Testamentarum" de lo Catedral de Oviedo, año
923, en el cual el Rey Ordoño II de León hace donación de la iglesia de San
Juan de Asio.
Bareyo (Baredio) aparece en una escritura del año 1195, y
Güemes (Güemes) en uno de 1084. Estas dos últimas referencias, junto con una
del año 1087, referente a la "villa de Asio", aparecen en el
Cartulario de la Abadía Santa María de Puerto de Santoña, la cual ejercía su
dominio sobre toda esta parte de la geografía regional.
Estas escrituras hablan de la existencia en esta tierra, en la
lejana Edad Media, de casas, hórreos, tierras, pomares, helechales, fuentes.
Nos refieren la existencia de cereales, vides, hortalizas; bueyes, vacas,
caballos, ovejas, cabras y cerdos; peces en general y ballenas en particular,
molinos de mareas y de río.
En estas fechas sus caminos eran frecuentados por peregrinos
que iban de romería o Santiago de Compostela. Para su asistencia había un
rosario de hospitales y ermitas a lo largo de los caminos. En Güemes conocemos
el hospital de San Julián y Nuestra Señora de la Consolación. También la
iglesia románica de Santa María de Bareyo era una importante estación del
camino.
Con el descubrimiento de América, y lo introducción del maíz y
otros cultivos, se produce una explosión demográfica en todo Cantabria. Dicho
aumento de población hace que los vecinos de Siete Villas se diseminen por
España, Portugal y el sur de Francia desarrollando diversos oficios artísticos,
como arquitectos en cantería, canteros, maestros fundidores de campaña y
artillería, arquitectos ensambladores, ebanistas, escultores, doradores,
carpinteros y otros oficios menores.
La calidad de hidalguía de los vecinos de Siete Villas era
condición indispensable para desempeñar cargos en la Administración, la Iglesia
y el Ejército de los Austrias y Borbones. De ahí que numerosos vecinos de la
Junta ocuparan elevados cargos. Los vecinos que no emigraron continuaron en sus
pueblos dedicados o la agricultura, ganadería, el aprovechamiento de los
bosques y la defensa de la tierra de los invasiones enemigos.
En 1820 se rompe el sistema de un Concejo por cada uno de los
pueblos de Siete Villas y un único Ayuntamiento General. La organización
administrativa resultante tras el triunfo de las ideas liberales (revolución de
1820) propició el nacimiento del Ayuntamiento de Fuente Espina (Ajo), que
estaba formado por los lugares de Bareyo, Güemes y Ajo, en donde se instauró la
capitalidad. El impulso de la citada reforma se produjo a raíz de la muerte de
Fernando VII y cristalizó hacia el 1835 con el cambio de denominación del
municipio que, o partir de entonces, posó o llamarse Bareyo, aunque conservó
como cabecera lo localidad de Ajo.
Ajo, Bareyo y Güemes han continuado siendo, históricamente,
vivero de artistas y artesanos que han llevado el fruto de su trabajo, sobre
todo por tierras de lo antiguo corono de Costilla, pero también de Navarra y
Aragón, de Francia y de Portugal. Siendo notable lo aportación de los artífices
cántabros o lo historio del arte de España.
FIESTAS:
-Fiesta de Santiago (25 Julio )(Lugar: Barrio del Faro)
-Fiesta de Santo Domingo (4 Agosto) (Lugar: Barrio El Convento)
-Fiesta de San Roque (16 Agosto) (Lugar: Barrio de Cubillas/El Mazo)
-Fiesta de San Pedruco (1º Viernes de Septiembre) (Lugar: Barrio de San Pedruco
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